Es fácil identificar el tubo de escape en la parte trasera del vehículo. Lo que pocos saben es que es el final de un sistema formado por varios componentes, como silenciador o el catalizador, cuya función es minimizar el sonido de las explosiones del motor, así que como que los gases de la combustión salgan al exterior.
Los tubos de escape de serie están fabricados para asegurar la eficiencia de combustible y el sonido de los vehículos. Pero hay conductores que prefieren una opción más potente, a nivel de caballos y sonido, y lo modifican. Si ese es tu caso, ten en cuenta que debes optar siempre por un tubo de escape homologado, para evitar un desfavorable a la hora de pasar la ITV.
Con el paso del tiempo el tubo de escape puede oxidarse, dando lugar a roturas. Si ocurre, lo notarás ya que el tubo de escape va a hacer ruido. Pero además del ruido, dejará de cumplir con sus funciones. Por tanto, si acumula gases en el motor en lugar de expulsarlos, reducirá su eficiencia y aumentará el consumo de combustible. Del mismo modo, tampoco podrá evitar que los gases pasen al interior del habitáculo, intoxicando así a los pasajeros, y contaminando más.
Cuando hay una fisura en el tubo de escape, supone un defecto leve en la ITV, ya que se trata de una rotura pequeña que puede solucionarse de manera sencilla y económica: soldándola. Sin embargo, si no se repara cuanto antes, podría provocar daños más graves y caros en el tubo de escape que supondrían cambiar el tubo de escape por completo, algunos de los silenciadores o, en el peor de los casos, el catalizador, además de un desfavorable en la ITV.
Así que, si escuchas un ruido metálico, muy probablemente haya algún problema en el tubo de escape. No te arriesgues y llévalo a reparar para evitar perder dinero en combustible o en una reparación más costosa.