Probablemente te sonará la palabra tacógrafo, que hace referencia a un aparato que llevan los camiones para controlar los kilómetros y paradas que realizan a lo largo de sus rutas. Pero, ¿sabías que es un invento trasladado del mundo del ferrocarril? Así es, a mitad del siglo XIX surgió la necesidad de controlar la velocidad de los trenes y las distancias que recorrían. De esta forma, era más fácil tener un registro del recorrido de cada tren, especialmente en caso de que hubiera algún incidente.
En septiembre de 1986 se hizo obligatoria la instalación de tacógrafo en vehículos destinados al transporte de mercaderías o de personas. En aquel entonces el tacógrafo era analógico, funcionaba con hojas de papel y era más fácil de manipular. Pero, a partir de enero de 2006, todos los vehículos matriculados con un peso mayor de 3.5 toneladas o que puedan transportar 9 o más personas deben incorporar el tacógrafo digital.
El tacógrafo digital funciona con tarjetas personales para cada conductor, gracias a que incorporan un chip, el cual se encarga de registrar todas las actividades sobre los tiempos de conducción y descansos del conductor. Esas tarjetas deben permanecer en todo momento dentro del lector del tacógrafo, en caso contrario, aparece una alarma en el registro de eventos. Y, desde el 2016, los tacógrafos deben incorporar una tecnología que establezca comunicación a distancia con las autoridades que controlan el tráfico, con el fin de poder verificar el cumplimiento del reglamento y hacer los controles mucho más selectivos.
Como aparato de control que son, es obligatorio someter a revisión los tacógrafos cada dos años para verificar que el correcto funcionamiento, la presencia de la marca de homologación, la presencia de la placa de instalación y la integridad de los precintos. Esta revisión del tacógrafo, va aparte de la revisión ITV, a pesar de que en la ITV de camiones y autocares comprobar que no haya estado manipulado, es un punto más a inspección en este tipo de vehículos.