Estar embarazada no es sinónimo de no poder conducir un coche, salvo que sea muy incómodo o el médico lo desaconseje o que la fecha del parto esté muy cercana. Sin embargo, hay que tomar algunas precauciones para que la conducción sea más segura tanto para la madre como para el bebé.
Ponte el cinturón, la seguridad es lo primero
Aunque pueda resultarte un poco incómodo y algo difícil de colocar, debes ponerte siempre el cinturón de seguridad, ya que reduces las posibilidades de que tu barriga choque contra el volante en caso de un accidente y de que el bebé pueda sufrir alguna lesión de gravedad.
La forma idónea para ponerse el cinturón de seguridad cuando se está embaraza es colocando la banda diagonal entre los pechos y lateralmente por el abdomen, y la banda horizontal lo más baja posible, por debajo de la barriga, nunca por encima. Es importante que no haya holguras para que no reste eficacia al cinturón de seguridad.
Además, es recomendable utilizar el
cinturón para embarazadas, una especie de cojín que se caracteriza por tener tres puntos de anclaje, que contribuye a reducir en más de un 50% las lesiones fetales graves.
¿Cómo debes sentarte?
Es evidente que el cuerpo cambia, por eso debes adaptar el respaldo para que esté lo más recto posible y el reposacabezas para que su parte superior quede a la altura de la cabeza, mientras mantengas una posición habitual de conducción.
Lo ideal es no sentarse demasiado cerca del volante, sino mantener una distancia de unos 25 centímetros para protegeros bien, sobre todo en caso de que haya una colisión y salten los airbags. De esta forma, te aseguras de que se dirigirán hacia el tórax y la cabeza, no al abdomen.
Además de estas medidas, es recomendable evitar las horas punta, situaciones de estrés al volante o viajes largos. Y, a partir de la semana 36, mejor conducir con un acompañante (y aún mejor si quien conduce es tu acompañante) ante cualquier urgencia que pueda surgir.